viernes, 14 de septiembre de 2012

Fragmentos

Observá la altura, ¿qué tan lejos ves? Mirás y odiás, sin preguntarte jamás: ¿qué tan lejos ves? Y cuando en el segundo definitivo, cuelgues ausente de mi espejo, y las preguntas resbalen muertas, entonces y solo entonces es cuando yo, en la más tormentosa y angustiosa de las soledades, voy a correr, perdiendo jirones de mí, hasta la altura, y ahí voy a gritarte para siempre, ¿qué tan lejos ves... ahora?


Me gustaría que, si tal vez yo pudiese tomar el sol con mis manos, la energía que se desprendería pasara a través de mi cuerpo hasta hacerme flotar por entre los árboles de tu abundancia. Y viajar por los océanos de este mundo hasta encontrar una isla donde morirme mirando un ocaso eterno.


Sol Padre, Tierra Madre, gente hijos. Si gente hijos, gente hermanos; si gente hermanos, no guerra, no discriminación, no odio: gente Paz. Si gente paz, gente feliz.


Yo corté una hoja. Hoja, pedazo de mi mismo. Hoja, esencia de algo que no sé qué es. ¿Y cómo es que te amo tanto, hoja, aunque ni siquiera te conozco? ¿Sabés por qué, hoja? Porque cuando escribo en tu superficie me forjo a mí mismo. Hago mi esencia.






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