lunes, 28 de abril de 2014

La honda palabra

Las palabras no se aman por cómo suenan. 
Sino por cómo juegan.
Cómo chocan o hablan entre sí.
La palabra que se siente
(hondo) 
no es la que parece poética. 
No.
Es la que tiene puntuación perfecta, 
equilibrio, 
es la aguerrida, 
la suave, como esponjosa. 
O la silenciosa: 
esa es, 
la más hermosa.

Disonancia

Resulta que podrías haber sido la mar y te dio miedo. Vos, vigoroso y pedante, dijiste ser la Revolución de los cuerpos desnudos y sos el trapo viejo de la lavandería. Un recuerdo hermoso y oxidado de ego. Resulta, ahora, que sólo fuiste una pieza descuajeringada, un engranaje de dientes mellados que gira en falso. Mira vos, tan gigante y eterno que te hacías ver, ahora sos una pasa de uva llena de nada, vacía de todo. De todo lo que decías estar lleno, lo cual es aún más terrible.
Resulta que decías ser el sol y ni siquiera soportabas el más mínimo roce de ninguno de sus rayos. Asombroso. Resulta que vos, maestro del aparentar, genio del artificio, decías ser yo, y yo no puedo ni reconocerme en ese espejo resquebrajado.

Resurrecciones/1 - E. Galeano

INFARTO agudo de Miocardio, zarpazo de la muerte al centro del pecho.Pasé dos semanas hundido en una cama de hospital, en Barcelona.Entonces, sacrifique mi destartalada agenda Porky 2, que ya la pobre no daba mas, y como quien no quiere la cosa, el cambio de libreta se convirtió en un repaso de los años transcurridos desde el sacrifico de la Porky 1. Mientras pasaba en limpio nombres y direcciones y teléfonos a la agenda nueva, yo iba pasando en limpio el entrevero de los tiempos y las gentes que venía de vivir, un torbellino de alegrías y lastimaduras, todas muy, siempre muy, y eso fue un largo duelo de los muertos que muertos habían quedado en la zona muerta de mi corazón, y una larga, más larga celebración de los vivos que me encendían la sangre y me crecían el corazón sobrevivido. Y nada tenía de malo, y nada tenía de raro, que se me hubiera roto el corazón, de tanto usarlo.

miércoles, 2 de abril de 2014

Puntos.

Lo lincharon, por no saber qué sentía él cada amanecer madrugador, cuando abría la puerta de su casa y salía a la calle, preparándose. Preparándose a que una parte del mundo, esa tan brillante y llamativa, tan putrefacta de desdén helado, de desidia, de vacío, lo escupiera en la cara, como siempre, como todas las mañanas madrugadoras que él amanecía.
Lo lincharon porque no entendieron nada, de nada, de nada. Y porque ya nadie entiende nada, si una cartera vale más que un pibe que se levanta temprano tiritando de frío en la humedad de su casilla, con las tripas gimiendo de hambre adolescente. Porque si su vida vale una cartera, entonces yo no quiero vivir acá. Yo prefiero ser de esos que la ciudad escupe, porque sino soy de los que escupen. Y no quiero eso, yo estoy podrido de ver eso. Y que linchen. Y que amenacen con genocidios nuevos. Y que griten insultos y frases hechas de las que Hitler estaría orgulloso. Yo estoy podrido de ver que una sociedad entera se caga en lo que realmente pasa y la solución a la que arriba es linchar a un pibe, perdón, no se entiende: ¡LINCHAR A UN NENE, A UN GUACHITO DE 18 AÑOS! De 18 años... 18 años. 18. Y es que estoy podrido y angustiado de tener que escuchar la moralina básica de todos esos asesinos enfermos psicópatas y los otros también, los que los felicitan y vitorean y aplauden orgullosos y ejemplifican: "¡Sí! ¡Así! Eso hay que hacer: matarlos a todos esos chorritos", que son los que después con aires cínicos me dicen qué tengo que hacer, qué está bien y qué está mal y qué corresponde y qué es mejor y qué es más rentable y eficiente (ah, sí, sí, porque estos piensan en esos términos tan puestos de moda en el neoliberalismo, que les quedó tatuado, aunque hayan perdido, igual lo naturalizaron).
Pero vos te olvidas, pedazo de fascista, vos te olvidás muchas cosas.
Vos te olvidás que vivís gracias a todos esos chorritos, porque en realidad los chorritos son chorritos porque primero les expropiaron hasta las ganas de vivir. Les quitaron el aire y se lo cambiaron por el humo del paco. Les pasaron por arriba con las topadoras, por el 76, en la dictadura esa que seguramente defendés. Los contrataron para pagarles 2,5 y que vos tengas más ganancia. Los culparon de todo lo que estaba mal, y lo reprodujiste en cada televisor. Y algunos lo creyeron y se contagiaron. Y hasta algunos de los mismos guachitos, se creyeron el mal de la sociedad. Violencia, eso es violencia; no una cartera de mierda marca Dior. Vos te olvidás que el 2001 no lo sufriste vos solo, mediocre de clase media, que ahora que estás mejor, lo único que te importa es que nadie te saque el mango, pero que si los demás se tienen que cagar de hambre, que se caguen. Vos te olvidás, linchador, que ese pibe tiene una historia entera y que vos y tu malidito prejuicio no te dejan ver nada de nada de toda esa historia y que las cosas no son porque sí, que ningún pibe nace chorro, que pasaron mil cosas entre medio y que seguramente vos nunca las vas a entender, porque no te importa, porque preferís linchar y creerte mejor. Te creés con derecho. Hablás de "nosotros" y de "ellos" como si el país hubiera sido hecho para vos y a tu antojo. Miserable. Egoísta. Fascista. Asesino.
Vos que linchás, y vos que aplaudís también, los dos son una mierda. Son el peor residuo de todo esto. Y algún día te juro, te prometo, que vamos a tirar la cadena.

No dejes que una bomba dañe el clavel de la bandeja (Esteban Valentino)


Acá dejo un cuento de Esteban Valentino, a propósito del 2 de abril, conmemoración de la Guerra de las Malvinas (1982). Que lo disfruten y sirva para sentir y pensar en nuestros chicos, ahora ya no tan chicos. Y en el frío de la tierra yerma que sangra juventud y sangra violencia.

Link para leer el cuento: 

https://www.yumpu.com/es/document/view/15718354/no-dejes-que-una-bomba-dane-el-clavel-de-la-bandeja