Aquí
ando una vez más. Expresando lo que siento. Diciendole al mundo que
no, que no voy a empezar. Empezar a salir. A hacerme de incienso. De
fuego que quema suave y te deja explorar. Y explotar el monte si
acaso. Tenés razón al verme sombrío. Que lo que pesa no es la
nada. Sino que nada tenga peso. Y el temor acaso es eso. Seno de la
noche que me arropa único. Vuelto sombra de delirio. Hecho de pasto
o terror al menos.
Baguala
de los desanimados. Vengador de los tiempos remotos. En que un ave
tenía escamas. Y los rostros al fin eran otros. Te veían pero no
preguntaban. No decían que no, no decían si quiera. Que el tiempo
se vuelve fugaz, cuando lo atraviesa una quimera.
La
respuesta venerada hecha trizas. La pregunta dando rienda suelta al
fango. En el que se mueven los grandes cimientos. De este basto
hechizo de daño. Tengo tiempo pero no tengo viento, para mover mis
aspas de nube. Entre tanto el cielo se vuelva gris; voy a seguir
sacandole chispa al querube.
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