Datos de no decir lo embelezaban como abierto a toda posibilidad. Nunca encontró su núcleo, pero cantaba y guitarreaba como el mejor. Todas las luces lo nombran y lo tienen arropado en un susurro intangible. Dando de cerca la mejor opción, la mejor respuesta. Mi navegación no me encontró paralizado sino abierto, dándolo todo; sacando todo. Como la vida me pasa por un costado, voy a costearle una vida al pase. Pase a otro mundo, inframundo más allá. Datos de nada. Toda la creatividad vuelta palabra y enajenación al suceso. Me aferro a no creer en los datos tangibles, no son color, no son amor. Son solo eso: herrumbres que despilfarran el saber acrecentado. Mi lógica no es lógica si no tiene amor. Absorto a una palabra tan efímera y fútil. Tan socavada e histérica. Mi pensar no tiene conexión si no hay A.M.O.R.
Démosle todo al árbitro y digamos las cosas como son: nunca creí en nada de lo que me han dicho. Empiezo hilvanando un explorador de carretas y se atrapan los carros en la misma boca del túnel. ¿Hacia dónde iban? No tienen rumbo en el futuro de autopista. Todo daño es un paño inmaterial. Frases y no frases hechas, de cúmulos al verse que le dicen.
¿Cómo clarificar toda esta inclaridad, si desde el principio que me nací como salido de “El Medio”? ¿Cuándo hay respuesta cuando nada tiene el sentido previsto? Me nací como por afuera del medio y en más enfrentarlo, en más buscarlo, a más irlo, traírlo, enduirlo; más más más se cierra la claridad. No es un claro lleno de pastizales pinchundos y cardos nucleicos y cómo esquivarlos; no. Es un paisaje laberíntico que me muestra la salida al rincón de un muro frenado.
“Andá por allá, vos seguí por ahí tranquilo, total, nadie te va a decir nada, todo lo que digas va a ser usado en tu contra, quieras o no”. “Vos relajá y no te oprimas” - total el botón de opresión lo tiene un dios callado y oculto hace mucho tiempo allá atrás.
¿Vamos a ver el cine? ¿Leemos una librería? ¿Comemos un bar de esos de las esquinas de Corrientes? ¿Buscamos una “Guía T”?
No te duermas en el nostradamus que los linces saben de vos mucho antes que los nombraras.
Ayer me comí una banana que sabía igual que la banana de hoy que sabrá igual que la banana de mañana que sabrá igual que puede cambiar. Y sabrá igual que puede cambiar. Y saldrán igual. Todos los duendes saldrán igual. Aunque el arte no valga nada y lo efímero sea la ley. Los duendes saldran igual.
Y si el arte es la excusa, los muertos datarán igual. Mimbre de hoja infante, los cadáveres te notarán igual. Color vuelto oscuro por un suceso de invierno, las lápidas saldrán igual.
Me da risa pensar que el pasaje de invernadero fue todo una gran excusa. Me transformaron en bolita nomás, me dataron de cencerro en la cabeza y a bancársela a la vida. Mi otro yo me tiene atrapado en el contexto de repetir. ¡Cómo no sabría que nada vale! Se lo dije pero no me escuchó y ahora aparentan sólo incoherencias y el paisaje de la selva colmada con frutos se desdibujó.
¿Qué pasa si muestro esto a mi orácula? ¿Qué me dirá aquella que todo sabe de mí? Seguramente: “tú todo lo sabes de tú”. Y ¿Qué le digo al otro monstruo que me estalla en el oído encapsulando el tiempo muerto y más muerto? “Trágatelo y no le digas a nadie”.
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