Las palabras no se aman por cómo suenan.
Sino por cómo juegan.
Cómo chocan o hablan entre sí.
La palabra que se siente
(hondo)
no es la que parece poética.
No.
Es la que tiene puntuación perfecta,
equilibrio,
es la aguerrida,
la suave, como esponjosa.
O la silenciosa:
esa es,
la más hermosa.
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