sábado, 15 de septiembre de 2012

Desunión

Desunión


El mundo que no veía era el que la había atrapado. Era tan fugaz, que ni siquiera sospechaba de su peso, o su textura. Eran unas rejas letales, que anidaban dentro de su ojo, pero se expandían cubriendo toda su persona. Ella, débil y sumisa en su fragilidad, tenía todos los tintes del otoño.  Su pelo anaranjado, como hojas secas de ñire; sus ojos transparentes como un río helado; su piel dócil y porosa como la arcilla en la laguna; y su sien firme pero dúctil como el aire corriendo por los riscos.

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