viernes, 5 de abril de 2013

Siembra y cosecha


Brotan de mí como un torrente de llamaradas, lenguas de fogosa materia que exudan ácido. Se cosechan por mi profundo granjero solitario, que camina y camina por entre los mil y un enredos de mis dedos, donde crecen con sol y con agua como briznas inevitables.

Siembra y cosecha, dijo el campesino.

Como briznas de inequívocos, dije yo.

Buena cosecha, nos auguramos juntos.

Ellas florecen en sus pinos entreverados, nacen en mi vientre y allí se acunan entre sí. Las amanso, porque son salvajes, las acaricio y aprendo a amar.

Enroscadas es como las encuentra el granjero. Así las reúne y clasifica. Después es como si las regurgitara. Y después, el final.
En espasmos de agonía se debaten por salir. Atropellándose y mordiéndose los talones ellas luchan por ser la palabra hablada, oída. Por ser escrito y cuento, relato fugaz.

Solo algunas ganan. Son ellas, mis ensoñaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario