Me urge
Bañarme en aguas heladas
Respirar el susurro de la brisa lacustre
Raspar mis pies contra el manto de arenisca
Entrecerrar los ojos a la magnitud de la luz del ocaso
Derramar lágrimas de asombro ante la contemplación del universo
Reír a carcajadas abrazando mi panza
Despeinar mis cabellos en consonancia con los vientos
Beber del manantial que brota líquido
Observar el trabajo arduo de las hormigas
Disponer palos y maderitas cual flota minúscula de navíos
del sur
Amontonar hojas y deleitarme con su volatilidad cuando los
aires las alborotan
Bucear en las corrientes de arroyos y torrentes
Estaciones
Admirar los nuevos tallos y palpar las tiernas hojas
primaverales
Sentir en las manos la dúctil frialdad del agua de deshielo
Lamer los copos de invierno
Chapotear entre los mil ríos del estío
Descubrir los matices infinitos de la arboleda en otoño
Quiero
Correr salvaje hacia las laderas que todo lo dominan
Escribir mis impresiones en las crepitantes páginas
Rodar por la cuesta y sentir la agudeza de las espinas
Enloquecer danzando al fulgor de las llamaradas
Enmudecer ante la visión de los cielos: uno en la nada, otro
en el agua
Contar las estrellas sin jamás equivocarme;
Distinguir y nombrar las muchas constelaciones
Sumergirme en el pozo cálido de mis recuerdos
Llorar por la tierra añorada
Recordar así una y otra vez que ese es mi centro
Final
Y así te canto, tierra entrañable, tierra amada.
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