jueves, 4 de abril de 2013

Cronos

Tiempo. Granos de maíz apiñados uno sobre otro, pared infinita de todo o casi todo, que no es lo mismo pero es igual. Gotas de arroyo transparente discurriendo su diáfano brillo por entre raíces y troncos ajados por el agua.
Tiempo. Ladrillos de miel, pegajosos y ambarinos, moldeando su forma ambigua, argamasa de las horas antiguas.
Tiempo. Segundo a segundo, el infinito trasladado a toda criatura viva. Incólumes viven sus retazos de tiempo, esperando el mañana, meciendo el ayer, y acariciando el hoy. Hoy siempre existe y el nunca acaba.
Nunca es el tiempo que va a venir. Siempre es ahorita.
Tambaleándose avanza el día y todo da paso a lo demás. Fluye silencioso e inexorable.
No se detiene y es bueno que así sea.
Tiempo. Hormigas en recta línea trasladando alimento. Hojas y tallos, restos y pellizcos de plantas y árboles. Día, noche. Tarde, mañana. Primavera o verano. Y otoño, e  invierno. Secuencias abstractas, divisiones imaginarias y gramos de ingenio cronológico.
Tiempo. Hoy semilla, mañana retoño. Años después, árbol joven y siglos en el futuro, sabio y enorme raizal de troncos, ramas, más semillas. Nuevas semillas. Nuevos árboles.
Hoy semilla pequeña. Mañana árbol enorme y ancho.
Tiempo. ¿Existe?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario