Lindo rito, este de tomarse algo caliente, observar la calle gris invernal y escribir algo en las páginas amarillentas de viajes. Lindo rito.
Tiene un no-sé-qué muy atractivo observar las caras coloradas de frío de la gente, acurrucada entre sus ropas, con los cuellos ceñidos y apresurando el paso.
También tiene un no-sé-qué atractivo mirar el cielo lleno de nubes anochecerse y dejar caer esas minúsculas lágrimas de rocío iridiscente. Dulce toque nocturno: las luces de los autos corren veloces y acompasadas; comparten su color con lo oscuro.
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