Intento estudiar. No puedo, no sale, no entiendo nada. Giro en círculos. Me preparo un café y lo bebo de a poco; el calor entra despacio por mi cuerpo y sale en forma de vapor por las orejas. Casi instantáneamente empiezo a comprender con pasmosa claridad ese lío de letras y letritas, conceptos y términos extraños. En quince minutos ya cacé todo, ya le di tres vueltas a las teorías más complejas, ya me río de todos los quilombos académicos. Y sí, con café cualquiera es un genio, en serio eh.
Pestañeo y vuelvo a la realidad. No te hace genio, pero sí que estoy mas despabilado.
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