jueves, 4 de octubre de 2012

Ciego.

Y de pronto nada!
De un momento a otro los dedos de la mano se me durmiendo. Instintivamente traté de quitarme, lo que creí, era un guante invisible, que me impedía sentir.
Dándome cuenta que era inútil comencé a caminar, a tanteo desenfrenado, tratando de conseguir alguna sensación en mis pobres dedos. Las cosas que tocaba me eran conocidas, por lo que sabía lo que producían, pero aún así no sentía nada.
Con la cabeza fuera de si tomé en encendedor que estaba sobre la mesa y llevé el fuego a mi ya inútil mano, ahora muerta de sentir. Y ahí lo entendí ¡Me había quedado ciego! Ciego de manos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario