miércoles, 21 de octubre de 2015

Cojones

El otro día en la plaza me encontré una flor de plástico. Enseguida me acordé de la chica que había visto sentada en el banco. Vincha roja y las piernas mostrando un tatuaje de color.
Me dije: "Tengo que dársela. Si no se la doy, soy un cagón".
Entonces la rodee lo más disimuladamente que pude con la flor en la mano. Esperé el momento preciso, me acerqué sin dudar, la miré a los ojos sin decirle nada, y se la di.
"Aaw graaacias", me dijo.
"De nada", le dije yo.
Era cierto, no me había costado nada. La encontré en el piso.
Cuando me alejé me sentía triunfador.
No había hecho nada, y había hecho todo. Estaba feliz.

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