Dormí estrellado en estrellas
como queriendo ser una,
como recorrido por lucecitas
y destellos
salpicaduras platino viejo
pero deslumbración también
dejos de perfume
Dormí entre monte
así: espesura de bajas alturas
pero frescamente intrusa
de mis poros tibios de atardeceres
y soles anaranjados
cálidos como un mate amanecedor
calurosos como brasas encendidas
como tortillas recién hechitas
sin querer
Dormí entre bichitos de luz
rayos nocturnos que se me compartían
dulcemente oscuros (como secreteando)
y de golpe: el resplandor eterno.
La tormenta y el átomo
desarmándose entre esos campos
de gentes de barro,
de espinas y hojas para las penitas
los dolores: sapiencia derramada,
así: como inexorablemente bien,
sabiéndose proyectada al mañana
y enraizada en el día dormido en humus
los tallos y los frutos
también las manitas ásperas
de dar amor
porque el amor nos pone ásperos
pero dulces donde no se vé
Dormí envuelto en toda esa hermosura
de sonrisas morenas y ojos intensos
me caminé entre los polvos del camino
y los barros de los espejos
olvidé mi rostro y mis vellos,
mis dedos desconcertados
apenitas susurrando músicas
entre tanta soledad acompañada
atravesantemente.
Me dormí.
¿Te cuento un secreto dulce
como caricias de niño dormido?
Al despertar, decidí
seguir soñando.
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