jueves, 19 de febrero de 2015

Alegría candombe

El frío de los pobres que un día triunfarán/ cruje
en el fondo del país/ torturado/ callado
crepita otoñando padeceres/ se le caen
hojitas/ dolores secos/ van al suelo/ se pudren

alimentando la furia que vendrá/ alma mía
que así crecés contra las bestias/ dame
valor o fuego/ pueda podrirme/ continuar/
para que se coma la victoria

(El frío de los pobres – Juan Gelman)


¿Es el candombe la música de los muchos cielos? ¿Es su alegría la canción para los días de la vida? ¿Sabe a risa y libertad y se sienta en la piel como plumas rozandolá o como cascadas frías sobre nuestras espaldas? ¿Es el candombe la alegría que es canción para los días de la vida?
Y sí: callado, calloso, de golpe te exalta los párpados como si no supiera pedir permiso, pero se ríe con esos tintes a monedas portuguesas de siglo XIX y a uno los huequitos de las mejillas se le forman apurados, sin preguntar. ¿Contagia esa especie de ternura, o es nuestra propia debilidad a lo hermosamente obviado? ¿Saben las verdades verdaderas y los patrones de ritmo de los tambores eclécticos?
Cantando otra vez, me dije: no basta con sentir el cielo entre los dedos vírgenes de esos algodones, nos impulsamos ambiciosos entre pajaritos, medio disculpándonos pero medio llenos de preguntas sobre el Sol, que se asoma apenitas más allá, sobre la barriga redondeada de una nube blanca con pinta de señora malhumorada.
¿Y si el candombe es la alegría de los muchos vientos convertido en canción para los días de la vida? ¿y si es el canto de algún dios, alguna diosa distraídx que visitó la Tierra y se olvidó un tarareo divino que luego se llamó y sintió así: alegría? ¿Y alguien tradujo: candombe? Porque a veces pareciera necesario ser sutil y cuando se quiere interiormente decir alegría, se dice candombe y chau, que es casi lo mismo pero más dulce y enrevesado.
¿Y por qué no va a ser el candombe el brote de las muchas plantas? ¿Acaso no son plantas las que lo bailan escandalizadas en su propia borrachera de candombes anteriores-o sea, de alegrías- esos ritmos agiteros y agitadores, los tibios alcoholes? ¿Las plantas de los pies, no serán quizás la materialidad misma de la alegría de los muchos dientes que se sonríen sabrosos de felicidad que no se nubla con tanto penar y complicaciones varias?
¿Es el candombe la música de los tantos libres que se hartaron de ser esclavos y rompieron las cadenas aunque más no sea simbólicamente por unos ratitos, en ese baile caliente y seductor, golpeteando las muy masticadas rabias y sublimando los muy acarreados dolorcitos del alma, hasta convertir todo en una masa tierna y suave, que por qué no, podemos llamar alegría, o por áhi, si sutiezas tampoco mal no nos venían, digo yo, a lo mejor preferimos llamarla, quedamente y entre dientes, candombe?

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