Tengo una linda habitación, la cual
siempre que sale el Sol se ilumina de mil colores, que se desprenden
de las cortinas, las plantas y los dibujos que tengo. Tengo una
guitarra, que me susurra caricias desde sus cuerdas delgadas y tengo
también un charango y una carta de amor. Tengo mucha música para
escuchar y buenos parlantes para hacerlo; tengo una calle, que si
salgo a ella me lleva a todas partes.
Tengo transporte, para cuando quiero
viajar, y tengo los mapas en mi cabeza, las combinaciones adecuadas y
los auriculares para no aburrirme.
Tengo mis amados libros, uno tras otro,
acomodados en la biblioteca, en un orden que solo yo entiendo. Tengo
dibujos y pinturas, poesías y cuentos, y alguna que otra melodía
inconclusa. Tengo un mate que me acompañó en todos mis viajes y una
cámara que guarda recuerdos.
Tengo eso, tengo recuerdos, de muchas
cosas, muy buenos; de pocas cosas, muy malos. Tengo recuerdos leves,
y recuerdos coloreados, redondos y abstractos. Tengo bellos amigos
encontrados en el camino, casualmente, que quizás nunca vuelva a
ver, pero están en mis recuerdos y los puedo evocar siempre que yo
quiera. Tengo mi arte, que trato de expresar, y
tengo mi locura que me hace alucinar. Tengo ideas y tengo ganas,
tengo juventud y si no la tuviera, no me haría falta. Tengo un termo
que hace que el agua no se enfríe y como si fuera poco tengo un
calefactor que me calienta la casa para que a la noche duerma bien.
Tengo dos padres, que me aman y que yo
amo, que son bellos y nunca me faltan. Tengo una perra, que bosteza y
sonríe, quizás sin saberlo, o quizás dándose cuenta. Tengo una
casa en las montañas y un lago a cinco cuadras. Tengo mis amigos,
que son como hermanos, que me hacen reír y me hacen pensar, me hacen
feliz y también me hacen extrañar. Tengo una amiga que es mamá de
una niña, ojos de inmensidad. Tengo un amigo que habla a través de
la música, y la música habla a través de él. Tengo un compañero,
que nunca pierde una discusión y es tan perfecta su labia que te
puede hacer discutir con vos mismo. Tengo una amiga que siempre está
aunque poco la vea y mucho la quiera. Y más, tengo más. Un camarada
que es mezcla ingeniero con inventor y sus delirios siempre me hacen
sonreír. Otro que es tranquilo y está siempre de buen humor,
siempre bien dispuesto a festejar, porque sabe que la vida poco sería
sin esa bella expresión. Más amigas: una escribe tanta belleza en
el papel, que me puede conmover; otra es divertida y serena; hay una
más, que con su perfecta simpleza es feliz, sea cual sea la
tormenta. Otro amigo, que ama el impulso, y se deja llevar por su
loco instinto. Está el hermano que de pequeño compartió todo un
sendero hasta que se bifurcó, mas luego se volvió a cruzar y ya no
se separó.
Tengo primos, tengo abuelas. Y abuelos,
que ya partieron. Tengo tías y tengo lápices para dibujarles
sonrisas cuando es necesario. Tengo mi desodorante, para que los
olores no me ganen; tengo la ducha para cuando ya ni los perfumes me
ayudan. Tengo humor.
Tengo una heladera, que tiene comida y
tiene bebida. Tengo amor, e imaginación, tengo memoria y tengo algo
que bulle en mí, indómito. Tengo ídolos y tengo sillones, donde
duermo mis horas de siesta. Tengo horarios apretados y ganas de
verte; tengo la risa a flor de piel.
Tengo ojos que son marrones y tengo
dientes que muerden bien. Y mis labios nada tienen que envidarle a
ningunos, lo mismo que mi piel. Tengo suspiros, serenidad y sueño.
Tengo uñas y tengo pies. Yo camino cuando quiero, y me detengo así
me ves. Tengo el delirio y la filosofía, y
tengo con quién hablar de ellos. Tengo mucho que puedo compartir y
tengo muchos con quienes hacerlo. Tengo planes y caricias, amores que
fueron, y amores que serán. Tengo palabras que imaginé y nunca
dije, y tengo ganas de saber.
Tengo vida y la amo, tengo sol que me
despierta, tengo luna que es de plata. No solo eso, también tengo
estrellas que contar, y aunque nunca termino, mejor así, porque si
algún día acabara, moriría el juego.
Tengo estrategias
y tácticas, ideas y críticas, tengo defectos. Tengo oscuridad y
tengo vergüenzas, he acumulado errores a diestra y a siniestra. Me
rehíce, porque, además, tengo voluntad. Tengo ejemplos y
referentes: tengo posibilidad de recurrir a ellos.
Tengo dioses de todos los colores, de
todos los mundos y de todas las edades. Tengo profesores y tengo
arena, tallos de pastos y hojas de hierbas. Tengo una poesía escrita
en la pared con tinta que lloré alguna que otra vez. Tengo un lápiz que encontré en las
vías del tren, que dibuja lo que le pido sin más que un poco de
papel, y aunque no parezca cierto, tengo un loco animal mitológico
que me dicta su saber y que me imbuye de su historia para que yo
pueda verter en otros lados la gran comunión del antes con el
después. Y tengo tantas, tantas cosas, que poco
sentido tendría enumerarlas todas. Pero más que nada, tengo
conciencia de lo que tengo y entonces revalorizo todo lo que veo y lo
entiendo, lo comprendo, y en mi insondable interior lo siento. Y ahora que lo veo, ahora que lo
pienso, tengo ganas de sonreír sin importar jamás el devenir.
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