miércoles, 26 de marzo de 2014

Nunca más

Me gusta el 24 de Marzo.
Me gusta, porque estamos vivos y somos muchos. Porque respiramos todos juntos.
Me gusta, porque esos asesinos y torturadores de muchachos, y ladrones de bebés, están con el culo entre las manos sabiéndose ajusticiados. 
Me gusta también, porque planificaron la destrucción del que discute y el que cuestiona, del que es "subversivo" (el que subvierte el orden establecido, o lo intenta, o al menos lo imagina y lo construye en su cabeza, con el pensamiento); me gusta porque planificaron la destrucción de ellos, los mejores y de todos los que vinieran después, pero no. Pensaron aterrorizar tanto, que "política" sea relacionada a tal punto con muerte, con desaparición, con tortura, con lo incorrecto o lo malo, que esperaron que ya nadie se acercaría a la palabra. Fracaso. Fracaso absoluto: somos más, somos nuevos y vamos por vos, asesino, y por vos también, el que pusiste la tarasca, la logística. Vamos por todos los que tienen responsabilidad. Les vamos a llevar caramelos a la cárcel, para mirarles el rostro desgañitado, decrépito, y recordarles que recordamos, todo el día, todos los días. Todas esas cosas quisieron generar y todas esas cosas fallaron: matar a los militantes (ahora somos sus hijos), matar la inquietud por este sistema maldito (ahora volvemos los subversivos), despojar de significado a la política (ahora la usamos para construir en cada barrio), aterrorizar a tal punto que la gente se aliene en la soledad de sus casas-cárceles (ahora estamos en la plaza y somos cientos de miles los que agitados gritamos las consignas que habrán de atemorizar a cada responsable en sus agujeros podridos, por saberse en la mira, por saberse no impunes). Por saberse no impunes. Porque eso los aterroriza, los paraliza como a unos conejos asustados perseguidos en el bosque por un puma. Nunca fueron más que eso, una manga de cagones que se escondieron en el poderío material de sus aparatos y sus instrumentos de tortura. Tienen menos dignidad que la muerte tan poco digna que trataron de dispensarles a nuestros desaparecidos. ¡No nos importa! ¡Los seguimos encontrando! ¡Esos vuelos de la muerte, fueron más tu condena que nuestra desgracia! En nosotros el ejemplo se introduce hasta emborracharnos de lucha. Nos diste un espejo donde mirarnos y buscar reconocernos todos los días... ¿y con eso? Que aún nos falta mucho para reconocernos, por eso cada amanecer seguiremos intentado superarnos a nosotros mismos. ¿Qué quiero decir? Que en tu cerebro de bestia de carga (y que me perdonen los bueyes y burros y caballos), que solo podía acarrear con toda la miseria que te regalaban al por mayor desde la Escuela de las Américas y los paracaidistas franceses y todo el establishment; en tu cerebro obtuso, cuadrado y sádico, jamás imaginaste que con tus actos de torturador asqueroso, de cínico desaparecedor de vidas y cadáveres, terminarías desencadenando la peor de tus persecuciones y la más fuerte identificación de toda esta nueva Juventud. Jamás pensaste en potenciar lo que combatías, pero por eso ustedes son solados: porque obedecen, no piensan. Obedecen a los agroexportadores, a los medios masivos de comunicación, a la oligarquía podrida con olor a bosta de vaca y a los intereses del exterior. Fueron utilizados y cometieron terribles hazañas y acá nos tenés ahora a todos los nietos, los hijos, los hermanos, los sobrinos de esas generaciones, luchando como siempre para que jamás sea olvidado lo que hicieron. 
Pero vos sí. Vos vas a ser enterrado en el más profundo olvido. Los que vos desapareciste, los jóvenes maravillosos tendrán sus placas, sus nombres. Su justicia. Vos no, vos ya moriste hace mucho tiempo. 
Sólo eso fuiste, sos y serás: cáscara vacía.

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