Un salto. Una caída. Un choque, estallido. Bomba atómica. Hongo nuclear. Una voz: auxilio, ¡Auxilio!, ayuda. Perdón. Perdón por nada, por lo que no fue.
Cítaras. Unas melodías. Respiraciones agitadas, esforzadas. Lucha de día a día: el no morir y el sí vivir. La imposibilidad del ser desnudo más allá de las limitaciones gramaticales. El cómo por pregunta, el no por respuesta y el porque sí por explicación. Un absurdo. Un ridículo.
Improbable; un suceso. Incomprensible, inalterable en su dureza pétrea.
Una pregunta, un vacío existencial. Una añoranza. Dos, tres, cuatro recuerdos.
Un pasado. Un aullido interminable; una proclama (¡Mañana es mejor, mañana es mejor, ah!). Un desafío y una constatación. Una pluma ligera caída del sol. La luna y la marea. Una simbiosis. Una mesa de madera rústica y añeja. Una bebida alcohólica. Una adicción. Un laberinto subterráneo de pasajes breves como pestañas de invierno.
Una pena y un lamento.
Un cadáver exquisito. Un plagio. Seis venas, nena boba. Dos amantes, un abrir y cerrar de ojos. Tristeza, rencor. Asombro y un llanto; desilusión. Alguien toca el contrabajo: pizzicato. Escuchen.
Un canto agobiado, un desierto caluroso. Un paraje, una estela de ondas surcando las agua. Un navío anclado en un mar helado. Sus velas son fuego. Una crisis. Nubes de algodón, melodías tristes, acordes menores. Jazz. Zambas y carnavalitos. Nueva Trova Cubana, dulce, hermosa.
Un trozo de tierra y mil batallas.
Un detalle: uno imprevisto.
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