Perplejidad. Incertidumbre. Emoción. Ja. Jajaja, qué risa. Qué espanto (entre el espanto y la locura, ah) Deconstuyamos mitos, che. Es necesario para volar.
Sin embargo no todos los pájaros con alas vuelan, ni todos los perros van al cielo; quizás sólo en las películas. ¿Cuestiones? No las hay: hay construcciones. ¿Colores? Los respiramos e interpretamos, no existen en sí, ni para sí, sólo nos amamos dialécticamente: nosotros los inventamos, ellos nos influyen el sentir, es sencillo. Aunque, quizás te preguntés: ¿quién prima? ¿el color o uno? Simbiosis curiosas sí las hay, ¿no?. Reflectores que no caen, sólo alumbran las muy versadas artes de hacer de la oscuridad una obra teatral de sombras, contraste entre la sombra más clarita y la más oscura; bello escenario en penumbras arrrancando los alaridos y risotadas del público, también sus lamentos y llantos, y quién dijo que no: también su calor interno, vivo y dudoso, cansino y tibio (es calor, después de todo).
El hermoso y divino arte de ser un asceta que se zambulle en delirios incoherentes, porque para realidades concretas y lógicas, ya tenemos demasiado. O como dijo uno, palabra más, palabra menos: mejor hablar de lo imposible, porque de lo posible se sabe demasiado.